Dios Nunca Muere: the visual politics of transmutation in contemporary Oaxacan art es una exposición colectiva que explora un proceso de cambio plural que rechaza la posición imperante en el arte mexicano de y hacia Oaxaca como un parque mono-temático sentimental, contraponiendola con una composición abierta a multiplicidad de lenguajes, mecanismos, ideas y respuestas que se plantean como zonas híbridas generadoras de situaciones, imágenes, sonidos, narraciones y formas de entender el mundo que claramente desjerarquizan el modelo convencional.
El trabajo de 17 artistas (Dr. Lakra (Jerónimo López Ramírez), Daniel Guzmán, Arian Dylan, Saúl Hernández, Luis Hampshire, José Arnaud Bello, Rosa Vallejo, Moisés García Nava, Ana Belén Paizanni, Alfonso Barranco Sánchez, Mariana Gullco, Rolando Martínez, Morelos León Celis, Roberto López Flores, Saúl López Velarde, Joel Gómez y Jessica Wozny) tanto de forma individual como colectivamente refleja una correspondencia generalizada de cambios culturales, sociales, políticos y económicos en la región. Estos artistas toman la situación geográfica de aislamiento y la reputación histórica de Oaxaca como un territorio para la resistencia, la transformación y la alucinante revelación, Y lo hacen a través de una perspectiva internacional y un plena conciencia del mundo del arte global.
Dios Nunca Muere: the visual politics of transmutation in contemporary Oaxacan art es una exhibición en donde lenguajes como pintura, dibujo, instalación, video, escultura, fotografía y procesos trazan un territorio nomádico y reconfigurable del arte contemporáneo hecho en, con, sobre y desde las fronteras del pretexto Oaxaca. Las temáticas e imaginarios son diversos pero se pueden conjugar en un discurso de ida y vuelta de lo banal y lo sacro, lo local y lo global, la mezcla y lo puro, identidad y realidad, migración y estancia, la manipulación y la apropiación de la imaginería popular, formas de arte tradicional y curiosidades locales como herramientas que posibilitan la producción de situaciones, críticas e identidades (no solo visuales) del vivir del Oaxaca contemporáneo.
En Oaxaca, lo visionario y la realidad existen conjuntamente en todo momento: un proceso continuo en lugar de una dicotomía. Expulsivo, mercurial, contradictorio y mutable, El efecto de esta actividad artística es que Oaxaca ya no se refleja en su totalidad a través de mito y de la imagen por sí misma. Cada vez más, se presenta a través de complejos enfoques conceptuales existentes, al tiempo en que se manipula la iconografía y la cultura popular como instrumentos para fomentar el cambio.
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